“Asesino por el sabor de la carne”, aseguró el Hannibal Lecter de Medio Oriente. Un joven turco describió con precisión de cirujano de qué manera cortó en pedacitos a un empleado municipal para después deglutirlo.
Según testigos, el asesino se acercó a la camioneta estacionada, en donde se encontraba la víctima tomando su última gaseosa.
Después de haber intercambiado unas palabras con su plato principal, el caníbal, le apuntó a la cabeza y gatilló dos veces. Ahí nomás arremetió con cuchillo y faenó al cadáver.
Cómo no quedó satisfecho con lo que pudo comer en el lugar, envolvió las sobras y se las llevó a su casa para continuar en la cena. El asesino, confesó a la policía que disfruta del sabor de la sangre y de la carne humana.
Según trascendidos, el turco aún estaría eligiendo el postre.
jueves, 27 de septiembre de 2007
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